TAMALIPAS.- Ni el PAN ni MORENA, han entendido los nuevos escenarios sobre los cuales coexisten. No han percibido, lo atípico del sistema político que la sociedad tamaulipeca, ha construido: el cogobierno. Y eso significa, ni más ni menos que la coexistencia de fuerzas diferentes en la conducción política y administrativamente del gobierno estatal.
En el lado azul, les está ganando la ansiedad y la desesperación ante la posibilidad de ser removidos de las áreas fundamentales del gobierno; a MORENA, la incapacidad para encontrar respuestas políticas para contrarrestar las tácticas de su adversario.
Una muestra de esa veda al diálogo, al respeto, a la tolerancia y a la inclusión –de ambas partes– es la confrontación casi física en el Congreso local.
El panismo, exhibió una censurable conducta ventajista y falta de respeto al intentar dar un albazo para blindar al ejecutivo estatal; el lopezobradorismo, mostró su falta de pericia para inhibir esas intenciones con las herramientas de la política.
El PAN, se vio como oportunista y antidemocrático.
MORENA, se mostró como un grupo de vándalos sin razones de tribuna.
¿Qué impactos tendría en la administración estatal venidera, y particularmente al gobernador Américo Villarreal Anaya, ese paisaje legislativo aderezada con rencores y crispaciones?
1.- Se generará una parálisis legislativa. Veremos poca productividad parlamentaria y mucha violencia verbal y física en el recinto.
2.- Se aleja la posibilidad de un diálogo equilibrado y civilizado entre el Poder ejecutivo y el Poder legislativo.
3.- Dinamita, la viabilidad de lograr consensos para las necesarias reformas estructurales que exige la administración y la política estatales.
4.- Inyecta ingobernabilidad a la entidad.
5.- Dificulta la posibilidad de obtener consensos para el presupuesto del próximo año fiscal. O sea: estamos hablando de un atorón, como no se veía en siglos, de las políticas sociales del Ejecutivo estatal.
6.- Obliga, a ubicar como secretario general de gobierno, a un actor cuyas fortalezas sean la tolerancia, la inclusión, el respeto y el de mayor importancia al momento: tener capacidad de interlocución con las diferentes fuerzas sociopolíticas de la entidad; es decir: un ciudadano, que no arrastre irresueltos odios y menos, deseos de venganza con los que se están marchando. Y no se ven otros en la cancha de MORENA: Oscar Luebbert Gutiérrez y Rodolfo González Valderrama.
Ahora sí, parafraseando a Carlos Fuentes: ese par, o el caos.
En esta nueva correlación de fuerzas, el gobernador Américo Villarreal Anaya, debe asumir el papel que le toca: ser el responsable conductor de MORENA, a la de ya. Si soslaya esa tarea, los diputados guindos, seguirán complicándole el camino a la pacífica gobernabilidad que requiere la IV T en Tamaulipas.
Apremia, apaciguar la rijosidad parlamentaria, para dar paso a la sensatez y al corazón frío, ante la ideología caliente.
¿Quién opera en el Congreso tamaulipeco para el lopezobradorismo?
¿La Lady Moches, Úrsula Mojica?
Por una necesidad estratégica, Villarreal Anaya, debe implementar cambios en el ejercicio parlamentario de MORENA. Por una razón de peso: los escenarios, amenazan con devorar su proyecto.
El PAN, tiene nada que perder; por eso: MORENA debe trabajar, para tener mucho que ganar
Será responsabilidad de él, y sólo de él, si hace caso omiso a esos patológicos síntomas más que claros, del posible desfallecimiento del cuerpo social de la región.