TAMAULIPAS.- La idea de todo gobernante es seguir ejerciendo influencia en el gobierno después de concluir la gestión, la experiencia demuestra, no obstante, que, aún en el caso de que el sucesor sea del mismo partido, eso no es posible, mucho menos cuando el que lo releva pertenece a otro partido político de ideología distinta o antagónica.
Decía el ex gobernador Tomás Yárrington que cuando se asume el cargo lo primero que se hace es cambiar totalmente la oficina para no dejar el menor vestigio de quien le antecedió en el puesto y al asumir el gobierno uno de los objetivos primordiales es imponer un estilo personal que borre cualquier detalle que haga recordar al predecesor.
El cabecismo, por tanto, como ocurrió en su momento al cavacismo, al tomasismo y al cardenismo, está condenado a desaparecer.
En estos momentos, a propósito del relevo de gobierno, los nuevos dirigentes estatales del PAN, Luis René Cantú Galván e Imelda Sanmiguel Sánchez, deben sentirse desamparados, saben que Francisco García Cabeza de Vaca no podrá frenar el rechazo que su imposición provocó en las bases albiazules ni silenciar las eventuales protestas y críticas que no se externaban antes por temor a represalias.
También que en lo sucesivo no podrán dirigir al partido sin tomar en cuenta la voluntad de la militancia, mucho menos menospreciarla.
Deben de estar asimismo conscientes de que, sin Cabeza de Vaca en el gobierno, los panistas presionarán para recuperar la elección democrática, tanto de los candidatos a puestos de elección como de las posiciones directivas del partido, que les fueron arrebatados en el sexenio pasado y no tendrán medios de coacción para impedirlo.
Ahora los jerarcas están obligados a acercarse a ellos, pedirles, incluso suplicarles, el respaldo que requieren para conservar la unidad y la vigencia política de la agrupación, pero sobre todo para recuperar el terreno político perdido durante el sexenio cabecista y el que perderán ahora sin un panista en la gubernatura.
Y no resultaría remoto que, si las exigencias de los militantes aumentan, terminaran incluso por dejar la dirigencia, la reposición del proceso que exigen José Julián Sacramento y Miguel Pérez Álvarez, a los que se impidió a la mala registrarse como aspirantes a la presidencia del CDE de Tamaulipas, podría ponerlos en aprietos.
Si Acción Nacional no hubiera perdido la gubernatura, el doctor Francisco Castañeda no habría ganado el comité directivo de ciudad Madero, el elegido hubiera sido alguien afín al grupo del entonces gobernador, como el del diputado Carlos Fernández Altamirano.
En Tampico, en cambio, en donde el PAN sigue siendo gobierno, la diputada Nora Gómez González fue electa nueva dirigente municipal, esto en una asamblea encabezada por el alcalde Chucho Nader y medio millar de panistas que acudieron a llevar al cargo a la legisladora en un ambiente de unidad. Como se dio a conocer oportunamente, la aspirante María del Rosario Flores optó por declinar y dejar el camino libre a la sucesora de Pedro Romero Sánchez.
En la urbe petrolera, por otra parte, el alcalde Adrián Oseguera Kernion continúa abatiendo el rezago en materia de pavimentación que ha registrado una disminución del 60 por ciento, como se puso de relieve en la inauguración de la de la calle A de la colonia Asunción Ávalos recubierta de concreto asfáltico.
Se trata de una obra que, además de mejorar la conectividad y la circulación vehicular, mejorara también las condiciones de vida y seguridad, igual que la plusvalía de las propiedades de las familias que radican en el sector, entre otros beneficios. jlhbip2335@gmail.com