DATOS
- Surgió en Puerto Rico en 1995
- Succiona la sangre de los animales
- 1.50 metros mide
- La bestia fue el primer nombre
- En 1996 llegó a México
- En los ejidos aún hacen guardias
- En el 2000 surgió un nuevo chupacabras
Mito o realidad la leyenda del Chupacabras impactó a México en la década de los 90s.
Aún en estas fechas sigue vigente la leyenda del Chupacabras.
Se decía que era un animal de 4 patas que atacaba al ganado.
En los años noventa surgió la leyenda del chupacabras, un animal que atacaba principalmente a los animales de granja, lo que generó temor entre la población.
Con base en investigaciones que se han realizado, la primera aparición de este ser ocurrió en 1995 en Puerto Rico, pero la supuesta presencia rápidamente se extendió por el continente americano y México no fue la excepción.
Las primeras descripciones de la criatura lo comparaban con un extraterrestre, según tenía una altura entre 1.20 a 1.50 metros, ojos grandes, garras con las que supuestamente sujetaba a las presas.
En las primeras apariciones que se tienen registro la gente lo llamaba la bestia y lo responsabilizaban de la muerte del ganado al succionar la sangre por medio de perforaciones que les hacía a los animales en el cuello.
A pesar de que en aquel tiempo no existían las redes sociales, a través de los medios tradicionales como los periódicos y la televisión, los ataques del chupacabras se hicieron “virales” y la población quería conocer la descripción de la bestia que lograba dejar a las “víctimas” sin sangre.
Al presentarse ataques en toda la isla de Puerto Rico, después se hicieron presentes en América Latina y en la zona sur de los Estados Unidos.
Los investigadores del fenómeno Ovni no tardaron en relacionar al chupacabras como un ser proveniente de otro planeta en reiteradas ocasiones se trató de vincularlos, pero se carecía de un factor que los uniera.
En México comenzaron a reportarse ataques en 1996, pero la mayoría de la gente era escéptica, no creían que solo succionara la sangre.
En aquel entonces el país vivía una crisis económica y se responsabilizaba al ex Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari de generar psicosis con el chupacabras y que en segundo término quedara el tema de la economía.
El asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI a la Presidencia de México y la devaluación del peso, era el contexto perfecto para que entrara a escena un distractor, en este caso el temible chupacabras.
Pese a las múltiples versiones en las zonas rurales predominaba una histeria colectiva, los campesinos temían quedarse sin ganado y realizaban guardias para enfrentar a la llamada bestia.
La versión mexicana del chupacabras se llenó de dramatismo y cada vez surgían más testimonios de ataques, pero nadie pudo cazarlo o mostrara evidencias de la existencia.
Las policías municipales también realizaban operativos para ubicar al animal y al mismo tiempo los medios de comunicación destinaban amplios espacios.
En la actualidad, en los ejidos aún se nombra al chupacabras y no dudan de que pueda hacerse presente en cualquier momento, a pesar de que la comunidad nunca lo ha visto, optan por siempre tener vigilado al ganado.
Con el paso del tiempo, entre la población mexicana está la duda de que el chupacabras fue creado como un simple distractor y que, en cada crisis económica o política, vuelven a surgir los ataques, lo que en tiempo de redes sociales se convertiría en tendencia.
OTRO CHUPACABRAS
Una vez pasada la euforia del chupacabras, en el inicio del 2000 volvió a surgir un nuevo chupacabras, tenía rasgos muy similares al primero, pero no parecía extraterrestre.
Llegó a ser descrito como un animal sin pelos en la piel, que se desplazaba en cuatro patas, como los perros y sus presas eran las vacas.
El cambio de apariencia no le hizo perder credibilidad, ya que aumentaba la gente que lo había visto, aunado a los animales que cazaba y que después aparecían sin sangre.
En los Estados Unidos comenzaron a llevarse a cabo investigaciones sobre los ataques que hacía en el sur de Texas, contabilizaron 12.
En la zona norte de México se informaron de un par de ataques, pero la difusión no alcanzó los niveles que se tuvieron en los años noventa.
Oscar Figueroa/ Expreso-La Razón