La pandemia por COVID-19, ha traído para los pacientes secuelas persistentes luego de la enfermedad, pero también afecciones posteriores, que aún y con el paso del tiempo, pueden seguir presentes.
Este panorama es evidente en el sistema hospitalario público de Tamaulipas, que aunque no sufre la saturación que se registró durante el climax de la pandemia, sí ha tenido que atender estas nuevas afectaciones de las que poco se sabía hasta hace unos meses.
Un análisis de especialistas en salud pública, detalla que problemas neuronales como “neblina mental”, el dolor de cabeza, problemas para dormir, mareos o desvanecimiento al ponerse de pie, sensación de hormigueo, las conocidas alteraciones del gusto o el olfato y la depresión o ansiedad, son los más comunes.
Las anteriores son condiciones que surgen en un paciente durante el desarrollo de la enfermedad, sin embargo hay personas que se infectaron por el virus y que han presentado efectos a largo plazo por la infección, dichas condiciones son conocidas como afecciones posteriores o afecciones persistentes.
También se le puede llamar COVID-19 persistente, COVID-19 de larga duración, COVID-19 posagudo, secuelas posagudas de la infección, bien efectos a largo plazo y hasta COVID-19 crónico. Su duración puede ser de semanas, meses o más tiempo.
Dentro de estos problemas persistentes, los pacientes documentan ante su médico que dentro de los malestares generales presentan cansancio o fatiga para las actividades cotidianas, que se agravan si la persona debe realizar un esfuerzo físico o mental, en algunos casos se registra fiebre y síntomas respiratorios, cardiacos, dificultad para respirar o falta de aire, tos, dolor de pecho y palpitaciones.
Dentro de los síntomas digestivos, están la diarrea, dolor estomacal, y en otros síntomas, el dolor muscular o en las articulaciones, sarpullido y hasta cambios en los ciclos menstruales.
SON TRANSITORIOS: TRUJILLO
El especialista en salud pública, Alfredo Rodríguez Trujillo, dijo en entrevista con EXPRESO que las secuelas no suelen ser permanentes, así lo indican los estudios que se han venido realizando, aunque es cierto que en algunos casos pueden durar más tiempos que en otros.
“Y no son las mismas secuelas de un paciente leve a uno que estuvo grave, que inclusive requirió tubo intotraquial, que estaba funcionando con un pulmón artificial, se alteran michas funciones de la oxigenación y de la irrigación”.
En ese sentido, reconoció que pacientes luego de estar respirando por un tubo, refieren dolor de cabeza, alteraciones del sueño, y por el mismo miedo que tuvo, sufren depresión y ansiedad.
“Esta puede tardar más si no se trata, las secuelas pueden ser multifactoriales, pero se asocian al nivel del padecimiento de cada paciente, pero son transitorias y al paso del tiempo tienden a desaparecer de manera total”.
Los pacientes luego que sufrieron Covid, lo más frecuente escuchar fue que se sentían cansados, “astemia y adinamia”, no tenían ganas de hacer prácticamente nada. “La sintomatología dura de 6 a 9 meses, otras situaciones que refieren son los problemas de respiración de tipo crónico, porque el proceso pulmonar fue muy grave”.
Esto debido a que el pulmón se desacostumbra a trabajare por sí solo, “disnea” que es la sensación de que les falta el aire y generaron problemas del corazón diversas cardiopatías, que requieren tratamiento especializado por cardiología.
CUALQUIER PACIENTE PUEDE TENER AFECCIONES
Pese a que las afecciones posteriores al COVID-19 son más frecuentes en personas que se enfermaron gravemente, cualquier persona que se haya infectado por el virus puede tener afecciones posteriores, incluso aquellas personas que tuvieron un cuadro leve de la enfermedad o no presentaron síntomas, señala el Centro Especial para Afecciones y Enfermedades.
Incluso las personas no vacunadas pueden tener mayor riesgo de presentar afecciones posteriores al COVID-19 en relación con las personas que se infectan estando vacunadas. En Estados Unidos, partir de julio del 2021, las “afecciones persistentes al COVID-19”, afecciones posteriores al COVID-19, puede considerarse una discapacidad según la Ley sobre Estadounidenses con Discapacidades (ADA).
Estas son consideradas como una variedad de problemas de salud nuevos, recaídas o afecciones crónicas que sufren las personas después de infectarse por el virus. Destaca que la mayoría de las personas con COVID-19 mejora al cabo de unos días o semanas, así que las afecciones posteriores, aparecen al menos cuatro semanas después de la infección.
DEBEN ATENDERSE: CARMONA
Por su parte, el epidemiólogo Santos Daniel Carfmona Aguirre, señala que los pacientes que están enfrentando el post COVID, deben recibir atención médica por parte de un especialista.
Cuando un paciente dice que se sigue cansando debe acudir al médico, porque la COVID-19 es una enfermedad que se sigue estudiando, es una enfermedad respiratoria que produce secuelas y sus secuelas no se han estudiado a fondo”.
La recomendación para aquel paciente que aún se siente mal, es atenderse, más ahora que hay circulación de diversos virus, la gente debe acudir a hacerse pruebas diagnósticas para saber qué es lo que tiene.
“Ahora tenemos una triple circulación de virus, tenemos COVID de Ómicron y sus subvariantes, tenemos la influenza y el virus sincital respiratorio que por dos años no estuvo circulando, que provoca una tos por varias semanas”.
Dijo que ahora la gente ya no sabe si trae COVID, si trae influenza o si trae hasta dengue, o enfermedad respiratoria, lo que es un hecho es que viene un nuevo pico de contagios, pero no se espera una “avalancha” como en los años anteriores.
Como en cada temporada invernal ahora viene un incremento en todas las Infecciones Respiratorias Agudas (IRAS) y el COVID ya es parte de la población de virus invernal, “aunque este ya no será mortal”.
Por Nora Alicia Hernández Herrera