Reporteros y editores de Nicaragua han estado relatando terribles historias de represión y de persecución, de acecho policiaco y “terrorismo” oficial.
En Nicaragua la libertad está siendo limitada de diversas formas. Desde 2018 el gobierno del presidente Daniel Ortega ha tomado medidas para restringir la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de reunión y otros derechos civiles y políticos.
Una de las principales formas en que se ha limitado la libertad en ese país ha sido a través de la represión y la criminalización de la disidencia política y de representantes de medios de comunicación. El gobierno ha detenido a miles de personas por manifestarse pacíficamente contra el gobierno, acusándolas de delitos como terrorismo y conspiración contra el Estado. Intimidación, tortura y la revocación de la ciudadanía han sido “armas” cada vez más evidentes usadas por Ortega.
El gobierno también ha utilizado la ley a su conveniencia para restringir la libertad de expresión y la libertad de prensa. En 2020, el Congreso —controlado por el partido oficial orteguista— aprobó una ley que permite a las autoridades confiscar equipos de medios de comunicación y cerrar periódicos y estaciones de radio y TV que consideren que violan la ley.
Los riesgos más grandes para la libertad pueden variar según la región, el contexto político y otros factores. Uno de los riesgos más comunes es precisamente la aparición de un creciente autoritarismo y el ejercicio de la represión gubernamental, como ocurre en Nicaragua.
Otro riesgo es un aumento en la vigilancia masiva de los ciudadanos. Las tecnologías digitales han aumentado la capacidad de los gobiernos para recopilar información sobre las personas, lo que puede poner en riesgo la privacidad y la libertad de expresión.
Un tercer riesgo es un incremento en la polarización de opiniones y de asomos de intolerancia. En muchos países, como en México, esto parece cada vez más evidente y es impulsado desde el mismo Ejecutivo federal que recurre a una continua retórica de calificar a sus ciudadanos como “buenos y malos”, como “patriotas” o “conservadores”.
Países como el nuestro no escapan al riesgo de ver mermada y limitada su libertad, por lo que debemos estar alertas. Es importante recordar que la libertad es un derecho humano fundamental que debe ser protegido y promovido.
Los riesgos mencionados no son exhaustivos y pueden variar según el contexto. Es importante estar conscientes de estos riesgos y trabajar juntos como ciudadanos para defender la libertad, nuestra democracia y los derechos humanos.
Por Homero Hinojosa