El fantasma de la “Guerra sucia” de los años 70 revivió en la entidad con la reciente Recomendación 98VG/2023 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) a diversas autoridades principalmente civiles y militares federales, por violaciones graves a las víctimas, entre ellos algunos tamaulipecos, casos que documentó con detallada crudeza. Identificada como Víctima 25 de entre 814, destaca la tulteca Yanira Elizabeth Hernández Maldonado, quien desapareció hace casi 50 años en Monterrey, Nuevo León.
En la recomendación, la CNDH reconstruyó la “persecución política y desaparición forzada” de la entonces joven originaria de Tula, Tamaulipas.
“Vivió con la víctima 24 (hombre), al menos hasta mayo de 1975. Era su compañera de vida, por lo que podrían haber estado viviendo juntos al momento de la detención” de él. Yanira Elizabeth “había llegado a estudiar a Monterrey, procedente de Tula, Tamaulipas, y en el tiempo de los hechos acababa de terminar la carrera en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Su familia no supo más de ella desde 1972, probablemente por su paso a la clandestinidad como militante de la Liga Comunista 23 de Septiembre”. La CNDH subraya que “la fecha de su desaparición no es clara, pero había sufrido persecución política por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) junto con su pareja”. Y hace la presunción de que “su desaparición fue perpetrada por Carlos A. Solana Macías (director de la Policía Judicial de Nuevo León) y Héctor Villagra Caletti (su Subdirector de Investigaciones y agente del Servicio Secreto).
De hecho, su familia supo de ella por las fotografías que publicó la Revista Alarma sobre presuntos miembros de la Liga, donde militaba”. La DFS registró en sus archivos a Yanira Elizabeth, “por declaraciones arrancadas bajo tortura a sus compañeros militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre sobre ella, (lo que) da cuenta de la persecución política que sufrió”. “Un informe del 12 de junio de 1974 menciona que el 22 de abril de 1974, habría salido levemente herida en un costado de la cadera tras un enfrentamiento.
Y se sabe, por el registro que la DFS hizo de los interrogatorios a otro militante (persona 63)”, que para diciembre de 1974, la tulteca y su compañero vivían juntos. “El último registro que se tiene de ella es el de mayo de 1975, según el cual ella había sido separada de la Liga Comunista.
La CNDH incluyó su caso en la recomendación por “violaciones graves a derechos humanos”.
LA ESPOSA DEL FERROCARRILERO GUERRILLERO
Con fecha de 18 de septiembre de 1973, la CNDH asienta la “persecución política, detención arbitraria, tortura, tortura sexual y desaparición forzada transitoria de María Sillería Valdez identificada como Víctima 713. El 17 de septiembre de 1973 miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre intentaron el secuestro del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada, quien resultó muerto.
Dos guerrilleros que provenían de Nuevo Laredo para participar en el plagio también murieron: Javier Rodríguez Torres y Hernando Martínez. Javier era esposo de María quien lo reconoció al reclamar su cuerpo.
“Agentes de la DFS localizaron un automóvil en el que se encontró el cadáver de un hombre, quien portaba en uno de sus dedos un anillo con el nombre de María Sillería Valdez y la fecha 12-25-70 inscritos.
Con esa pista, la policía pudo la pudo localizar el día 18 de septiembre de 1973, quien fue trasladada a las oficinas de la Policía Judicial del Estado de Nuevo León, donde afirmó que el cadáver era de su esposo”, documenta la CNDH.
La interrogaron, dio su domicilio, avenida Emiliano Zapata 1818, colonia Palacios, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, dijo que tenía 24 años e identificó a sus padres.
“El 18 de septiembre de 1973, V713 se presentó en el Anfiteatro del Hospital Universitario en Monterrey para recoger el cuerpo de su esposo. Al momento de llegar al lugar fue detenida por Miguel Nazar Haro, Subdirector de la DFS y por elementos de la Policía Judicial del Estado de Nuevo León.
El cuerpo del guerrillero fue sacado del hospital y fue trasladado al Penal de Topo Chico para que los presos políticos que se encontraban en ese penal lo identificaran.
“En aquel momento, la joven fue obligada a posar hincada junto con el cuerpo desnudo de su esposo rodeada de su ropa y demás objetos que traía con él el día anterior. Mientras esto ocurría, Miguel Nazar Haro le ordenó ladrar y que chillara como un puerco, además la amenazada diciéndole que ella y su esposo se iban a podrir en los ‘recochinos infiernos’ y refiere que toda esta tortura psicológica que vivió fue grabada”.
“Luego fue llevada a las instalaciones de la Policía Judicial de Monterrey que estaban a cargo del director Solana Macías, allí la mantuvieron en un lugar que era horroroso y luego la mantuvieron escondida entre los archiveros del departamento de dactiloscopía.
La mujer “compareció ante la presencia del Licenciado Héctor M. Gutiérrez, Agente del Ministerio Público Investigador, así como de Carlos G. Solana, Jefe de la Policía Judicial del Estado.
Además, también se menciona que su señor padre, quien la acompañaba para reconocer el cuerpo de su esposo, también fue detenido y sometido a los interrogatorios en presencia de las 2 autoridades antes mencionadas”, afirma la Recomendación.
“Al tercer día fue llevada al cuartel militar de Monterrey en donde perdió la noción del tiempo ya que durante su estancia no se le dio de comer, allí estuvo encerrada en un cuarto tirada, pero logró percatarse del momento en el que llevaron a otras personas detenidas, quienes eran obreros que trabajaban en los ferrocarriles y compañeros de su esposo”.
Nazar Haro y otros agentes de la DFS y de la Policía Judicial la torturaron junto con los compañeros de Javier. De acuerdo con la CNDH, las torturas “consistieron en aplicarles en brutales golpes y toques eléctricos en las partes más sensibles del cuerpo.
Ella refiere que durante todas las torturas de las que fueron víctimas, los perpetradores se burlaban de ellos, incluso a carcajadas lo que también fue un elemento de coacción y tortura emocional. “Después fue llevada a la sierra en Nuevo León a un rancho que se ubicaba en la comunidad El Uro, a 20 kilómetros de la carreta Nacional- Monterrey.
En aquel sitio fue nuevamente torturada por Miguel Nazar Haro quien a cada instante buscaba humillarla y ofenderla con groserías y maldiciones, además la obligó a realizar ejercicios físicos en exceso mientras le aplicaban toques eléctricos, a pesar de estar totalmente agotada la obligaron a continuar con los ejercicios aplicándole nuevamente los toques eléctricos”.
Los castigos incluyeron “extenuantes caminatas por un monte, rodeada de soldados y policías. Durante estas caminatas se hirió en varias ocasiones con espinas, que le provocaron serias heridas”.
“Los interrogatorios a los que fueron sometidos los detenidos fueron dirigidos por Nazar Haro y en la que estuvieron comisionados los agentes Ricardo Condell Gómez y Hugo Cárdenas Valdez, presencia que se constata en los informes elaborados por estos agentes. Otra de las torturas que le aplicaron a la joven “fueron 2 simulacros de fusilamiento, ordenados a los soldados por Miguel Nazar Haro.
Antes de los simulacros era sumergida en una cisterna o pileta de agua. Este método de tortura fue utilizado de manera recurrente por los perpetradores y se le conoce como el pocito, la finalidad no es la muerte de la víctima sino provocarle un dolor tan intenso para que dé información o acepte alguna culpabilidad, ya que la víctima no sólo sufre de asfixia sino también los salvajes golpes con los que les sacaban el agua de los pulmones.
La recién viuda “recuerda que en el cuartel había una habitación con un cristal desde el cual observaban a los prisioneros, ella recuerda que cuando estaba en aquel lugar se le ordenaba estar de pie, pero no podía saber quién la estaba observando”, agrega la pesquisa de la CNDH.
“También había otra habitación que era utilizada como oficina a donde llegaban policías judiciales con máquinas de escribir y obligaban a los detenidos a escribir sus supuestas confesiones, sin embargo, el contenido de dichas confesiones les era dictadas por los agentes. Debido a las torturas físicas y psicológicas en varias ocasiones aceptaron hacer lo que se les ordenada, esto mientras se burlaban con crueldad de sus condiciones.
“Su papá también estuvo detenido en el Cuartel Militar y se le liberó 10 días después de su aprehensión, sin embargo, al saber que su hija aún se encontraba en aquel terrible sitio decidió regresar por ella, quien al ver a su padre de nuevo en el cuartel lo corrió con las palabras más duras que pudo, así que el señor Candelario se retiró afligido y la joven a pesar del dolor que sentía sabía que era lo mejor para su padre”. La mujer resumió que las torturas que la hizo sufrir Nazar Haro “son innombrables”.
Como las “largas caminatas por las calles, mientras estaba herida, por lo que cada paso que ella daba le provocaba un gran dolor. Asimismo, su ropa estaba totalmente sucia de sangre u orina ya que no se le permitía bañarse ni ir al baño. En una ocasión una señora preguntó a los policías si le podía cambiar los pantalones a lo que accedieron, siendo este el único cambio de ropa que tuvo en un mes”.
“El 21 de septiembre ella y otra mujer que habían sido detenidas fueron entrevistadas en la televisión y por la prensa, en especial recuerda que fue interrogada por el conductor del noticiero 24 horas de Televisa.
“Las condiciones en las que aparecieron eran deplorables, ya que además de los estragos de las torturas que había sufrido, se encontraba mojada, a pesar de esto ninguna de las personas que realizaron o que presenciaron la transmisión alzaron su voz o mostraron algún mínimo gesto.
Al lado de ella se encontraba Miguel Nazar Haro con una cámara fotográfica para simular que era un periodista, ya que quería tenerla muy de cerca”.
Otro de los terribles momentos a los que fue sometida ocurrió en un lujoso hotel en Monterrey. “Miguel Nazar la exhibió durante una gran celebración ante un grupo de gente ostentosa como si fuera un animal. Nazar Haro la obligó a dar vueltas por el lugar mientras los espectadores veían las condiciones en las que se encontraba con ropa llena de su propia sangre y orines.
“Después de esto fue llevada a otro hotel en donde estuvo bajo la custodia de 2 agentes jóvenes. Después de todos los tormentos por lo que la hicieron pasar quería morir, además tenía severas heridas que le producían dolores en extremo intensos, dolores que se agravaban cuando Nazar Haro la obligada a realizar caminatas”. De su esposo, el propio jefe policiaco y otros agentes le decían “que lo habían tirado a una fosa común también le decían que lo habían arrojado desde una avioneta o que se encontraba en la funeraria”.
“Después de un mes y unos días de haber sido detenida llegó Salvador del Toro, Agente del Ministerio Público quien al verla en las pésimas condiciones en las que se encontraba ordenó a los agentes que la llevaran a un hotel a que se bañara, además que por esto tuvo una fuerte discusión con Nazar Haro.
“Las averiguaciones de Del Toro duraron tres días, V713 refiere que en las ocasiones en las que tuvo contacto con él utilizó en ella la psicología y que la última vez que lo vio le advirtió que no se hiciera guerrillera”. Salvador del Toro resolvió que debía ser liberada.
“En ese momento Miguel Nazar dijo que él la llevaría a su casa, a lo que ella se negó rotundamente y solicitó a Del Toro pedir un taxi, lo que se hizo, durante el trayecto temía que el taxi fuera interceptado y que fuera reaprendida por el subdirector de la DFS”.
Lo primero que hizo fue arreglar lo relacionado con el cuerpo de su esposo “lo que fue difícil ya que había pasado mucho tiempo del deceso. Logró que el cuerpo de su esposo fuera trasladado a Tamaulipas, pero no pudo acompañarlo en el traslado, ya que por razones de salubridad no era conveniente así que ella regresó en un autobús”.
Al siguiente día por la mañana se presentó en la funeraria y observó que el encargado tenía mucha ansiedad, además le informó que por salubridad no se podría velar. Durante la sepultura sólo pocas personas pudieron asistir, el entierro de su pareja “fue indigno para una persona con su calidad humana”.
POR MAGDIEL HERNÁNDEZ