En un ambiente de respeto y buenos deseos por el año que inicia, el gremio periodístico se reunió este 4 de enero con el gobernador Américo Villarreal Anaya. Nada que ver respecto de los anteriores dos regímenes cuyos titulares Egidio Torre Cantú y Francisco Javier García Cabeza de Vaca menospreciaron, reprimieron y en algunos casos satanizaron a medios y comunicadores no alineados a intereses partidistas o, a la forma dictatorial de dirigir la administración.
Para fortuna la integridad moral del oficio permanece intacta lo cual garantiza la confianza hacia quienes tienen la vocación y el compromiso de informar con veracidad así sea en medio de tempestades o guerras por el poder y todo lo que significa el manejo indiscriminado de recursos públicos no siempre destinados al bienestar social sino a la lujosa manutención de burocracias aristócratas que durante el régimen neoliberal encontraron auténtico filón de oro. Y ni modo que sea invento.
Ahora la diferencia en el trato a la prensa es abismal y tiene que ver con el concepto presidencial de realmente garantizar el derecho a la libre expresión. Aquí, como en el resto del país a nadie se persigue por sus ideas, lo dijo Paco Cuéllar en su discurso y lo ratificó en su mensaje el gobernador AVA quien, además, a pesar de las circunstancias conocidas, dio cuenta de importantes obras realizadas o en proceso de conclusión, a lo largo y ancho de Tamaulipas. El arribo de la 4T impide la demagogia y el engaño como sucedió hasta hace poco, cuando el autoritarismo fue referente que en ocasiones produjeron miedo en una sociedad aterrorizada por los abusos y prepotencia de quienes suponían propiedad del estado para siempre, sin embargo, ya vemos que la mayoría respondió sacudiéndose lo que evitaba avance y desarrollo en todos los aspectos.
El asunto es que la relación gobierno-periodistas, es diferente y mucho habrá que agradecer al movimiento de transformación que vive la república. El ejemplo de AMLO se refleja en la actitud de Américo Villarreal Anaya para con la prensa. Ahora la tarea de informar se desarrolla en libertad, sea con toda la protección que prodiga la Constitución General. La crítica es aceptada como parte del gran proyecto de construir espacios y oportunidades de mejor sobrevivencia.
Es un error creer que los periodistas somos enemigos de los gobiernos. Lo seremos, sí, de aquellos que utilizan las instituciones para lograr riquezas prontas y expeditas, pero no de quienes cumplen con lealtad y honestidad sus encargos públicos y por lo mismo, siguen el consejo de AMLO de vivir en la modesta medianía compensada con el privilegio de servir a los demás sin esperar recompensa a cambio.
Lo que ocurre en Tamaulipas también tiene que ver con los valores humanistas de AVA. Ni como negar que en el pasado reciente los que “gobernaron”, permanecieron ignorantes del sacrificio de otras generaciones, sea de la historia moral que significó edificar el patrimonio que disfrutamos dentro del cual destaca precisamente el respeto a las garantías individuales.
Celebramos entonces, la libertad de escribir sin temor al riesgo que conlleva colocarse al lado de los marginados y de los que no tienen voz para reclamar su derecho a vivir con dignidad.
SUCEDE QUE
“Y ya que se ofrece”, como dijo aquel, remito algo de lo publicado en mi libro “Érase un periodista”, escrito en homenaje al oficio. Es una historia ubicada cuando la transición tecnológica apenas iniciaba, de ahí que el lenguaje utilizado parezca extraño: “Los periodistas que caminamos el último tramo de la existencia somos una especie en extinción. Pasajeros de vieja y quejumbrosa lancha en un mar tranquilo rumbo a ninguna parte.
Atrás dejamos la pasión de un oficio del que fuimos cautivos por decisión propia. Dejamos también la fraternidad de las redacciones convertidas todas las tardes en la gran familia de lo inesperado, donde los pulsos se aceleraban conectados con el alma social.
Nada es igual a una redacción que palpita con el incesante teclear de las máquinas de escribir que cual instrumentos musicales transforman al reportero en virtuoso de la realidad. Una redacción que concluida la jornada se declaraba lista para ser cómplice una vez más, del reinvento permanente de la vocación periodística”… Ahí queda.
Y hasta la próxima
POR MAX ÁVILA