CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- “Fue un martes 10 de enero, cuando de allá de la zona militar se elevaron los helicópteros, esos famosos que llegaron a la casa de la calle San Luis”, cuenta José Luis Gutiérrez Zambrano, oferente de los mercados sobre ruedas, estremecido por los recuerdos de aquella fecha.
Hoy se cumplen 35 años de la detención de Joaquín Hernández Galicia (La Quina), el llamado líder moral del sindicato petrolero, lo que en su momento originó una sacudida en todo el país y a su estructura dentro del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM).
Para unos, fue motivo de festejo, para otro grueso de ciudadanos en el sur de Tamaulipas, se trató de un hecho injusto, que dañó a miles de trabajadores y la economía del país.
“Ese día estaba laborando en el mercado sobre ruedas de la colonia Arenal y, está ahí a unas cuadras la zona militar y, fue cuando vimos, cómo se empezaban a levantar los helicópteros, pero no sabíamos hacia donde iban, sino que media hora después, la noticia se regó en la ciudad; ¡estaban llevándose a don Joaquín! lo acusaban de que pretendía hacer una guerra civil, en contra del gobierno”, habla Gutiérrez Zambrano mientras su rostro se va transformando al recordar cómo vivió de cerca el inicio de aquél operativo.
El primer día del mes de diciembre de 1988, asumió la presidencia Carlos Salinas de Gortari, en medio de un ambiente tenso, del que se hablaba en todo el país, tras bambalinas, de aquellas diferencias entre el líder sindical y el nuevo inquilino de la presidencia de la República.
Eran las 10 de la mañana cuando tres convoyes de soldados llegaron al domicilio, se escucharon estruendos y después de una operación militar, 35 hombres junto a Hernández Galicia, fueron trasladados vía aérea hacia el centro del país.
Aquel martes de enero de 1989, los elementos del Ejército Mexicano llegaron hasta el domicilio de la calles San Luis, para aprehenderlo en Ciudad Madero, acusado de homicidio y acopio de armas.
Moisés Leal Haro, Jubilado de Pemex, expresa su sentir con respecto aquella experiencia que marcó su vida: “Pues en lo personal, aquel momento, me dio tristeza y a mucha gente también; nos sentimos muy tristes, porque se llevaron a Joaquín”.
Pero el entonces trabajador activo de la empresa también advierte con una dosis de realismo: “él no guardó las formas, el respeto, que se debe guardar al Centro, y pues esto tuvo sus consecuencias”.
Dijo, se avecinaba un tiempo de privatización, por “órdenes internacionales”, y lo que prosiguió, no estaba en manos de ellos, ni de Joaquín Hernández Galicia y de nadie: Porque “fue una orden del capitalismo mundial, no sabe uno de dónde vienen las órdenes superiores; pero yo así lo veo”, puntualizó.
“Nos dio sentimiento el golpe, porque nosotros teníamos treinta años y, nosotros estábamos bien; quién sabe si otros municipios estaban sufriendo, no todos tenían un Joaquín en su casa, aquí sí, y nos dio 30 años de beneficios; nos dio más de 30 mil plantas; nos compró 80 tiendas, nos compró 100 supermercados; nos compró muchos ranchos ganaderos o sea que era un hombre organizado, era inteligente a pesar de que estudió hasta sexto grado de primaria”, comenta con una mirada de añoranzas, pero plétora de un orgullo casi mudo.
El entrevistado recuerda que tras su detención todo cambió, porque ya no hubo el mismo movimiento económico de fondo revolvente —asegurando—, se acabaron las conquistas sindicales, los contratos de trabajo en Pemex, donde el sindicato ganaba el 15% de impuesto sindical; los contratos colectivos entre la paraestatal y el sindicato fueron modificados en perjuicio de los trabajadores.
“Aunque el presidente dijo que todo aquello era contra la “Quina” y su grupo de líderes, porque infringieron las leyes, sabemos que no solo fue contra ellos, sino contra la clase obrera; no perdimos el trabajo, y doy gracias a Dios y al gobierno por eso, pero, sí hubo un perjuicio económico, y alto al crecimiento, después dé…”, puntualiza, sereno y con voz modulada.
A diferencia del comerciante Gutiérrez Zambrano, a quien le tocó vivir de cerca aquel proceso.
“Aquel gobierno ya lo encabezaba Carlos Salinas de Gortari, y con el correr del tiempo hoy a 35 años, te puedo decir, que este señor fue inocente de todos lo que se le acusó injustamente; ¡fue privado de su libertad… justicia!” —las lágrimas resbalan por su rostro, guarda silencio, respira hondo y continúa—, por eso me siento así, porque el problema no fue Petróleos Mexicanos, ni que el viejo vendía plazas ¡no fue cierto!

“Era un enemigo del sistema político de México; yo no soy petrolero, tengo más de 35 años de vivir en Madero, todos mis hijos nacieron en esta ciudad, es muy lamentable que ningún petrolero se manifieste para que el nombre de Joaquín Hernández Galicia sea limpiado”, dijo.
Tras once años de prisión, Hernández Galicia fue puesto en libertad en año de 1997, durante el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León; no sin una serie de condiciones, como la promesa de no regresar a Tamaulipas y de no participar en la política.
Falleció un 11 de noviembre de 2013 en la ciudad de Tampico.
Por Jesús Guerrero
Expreso-La Razón




