«Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar, con el tumbao que tienen los guapos al caminar. Las manos siempre en los bolsillos de su gabán. Pa’ que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal. Usa un sombrero de ala ancha, de medio lao
Y zapatillas, por si hay problemas salir, volao». En la canción de Rubén Blades es el puro estilo, una forma de ser, de presentar credenciales y decir este soy y de tal por cual barrio soy. Este es mi tatuaje.
El estilo determina la geografía y el origen de un pueblo. Por alguna razón a veces comprensible, otras inventada para sentirse identificados, el hombre se hace de las costumbres que le son propias y como el poema de Benedetti: van por el mundo con un ladrillo en la mano para decir cómo es su casa.
Parte de adaptación del homo sapiens a este mundo, depende del estilo que adquirió para protegerse de otros, animales o semejantes, amigos y enemigos ; también para la subsistencia, el hombre tiene un tamaño estándar, es alto o delgado si fue recolector, rápido y fuerte si fue cazador, en fin. La evolución permeó en los genes bastas muestras de los estilos para vestir, dada la necesidad incluso la moda establecida.
Según la orografía el cuerpo se inclina para subir la montaña llevando un peso encima en calles que suben a una casa, el caminado es tumbado hacia adelante. Hay territorios donde el hombre aparte de la vestimenta y de la moda, para protegerse del frío intenso, hizo larga su nariz para calentar el aire antes de que entre a los pulmones, contrario a los africanos de nariz chata y corta para respirar en lo posible algo de aire fresco.
La forma de caminar, como la forma de ser nos define. El modo de andar descubre a qué se dedica un hombre, su edad y su carácter. Es el estilo de escribir la forma que ofrece la fórmula para expresar con exactitud lo que deseamos decir.
La actitud, que muchas veces depende del cómo nos sintamos o de nuestra condición actual detalla la forma de estar y andar por la vida. De lejos se puede calcular con cierta facilidad la edad de una persona. De cerca por su expresión facial es fácil concluir si está elegre o triste; las arrugas del entrecejo hacen ver a una persona corajuda. La sonrisa eterna destaca en las personas de buen humor, cuyo camino pudo haber sido feliz o despreocupado. Aunque en eso, a priori, uno a veces se equivoca.
En literatura el estilo permite la sensualidad y el coqueteo con el posible lector, un intercambio de miradas que hurga en el simpático escritor que lo observa con empatía, acaso con desenfado. Esto es a pesar de la corriente literaria o de la generación, cada escritor habla de lo que contiene su individualidad. Así en todos los casos de los poetas peatonales que somos nosotros, dependiendo del barrio de donde salimos.
La moda impone un estilo y sin embargo en cada usuario es distinto. Por eso: de la moda lo que te acomoda. No todos éramos Beatles ni los cantantes sesenteros con Elvis Presley, pero usábamos pantalones acampanados. Peso Pluma nada más es uno y sin embargo circulan por el mundo muchos con ese modelo de pelo y vestimenta por más que ninguno cante tan feo. Creo yo, porque también pudiese estar equivocado.
La fachada de una casa habla de quienes la habitan, los objetos encontrados en el patio da cuenta de las personas que ahí viven, qué edad tienen, la clase social, a qué género pertenecen y cuales sus gustos. Todo es lenguaje. Lo que se ve trasciende.
Expresamos para que nos vean, nos lean y escuchen. Expresamos con lo que tenemos, mucho o poco siempre será lo nuestro a pesar de haber sido de otros. Le echamos estilo porque así somos la neta, para llamar la atención de la que nos gusta, para ser diferente a la bola, por conveniencia o por la pura apariencia. Juan García Ponce solía decir que todo es plagio.
HASTA PRONTO
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA




