La contundente frase de Luis XIV “El estado soy yo” dio una clara imagen de lo que significaba el sistema monárquico-feudal donde el poder político del gobernante no estaba sujeto a ninguna limitación institucional, fuera de la ley divina que según los monarcas de esa época les provenía directamente de Dios.
Por su parte Platón decía: He llamado aquí servidores de las leyes a aquellos, que generalmente se llaman gobernantes, no porque sea amante de nuevas denominaciones, sino porque considero que de esta cualidad depende sobre todo la salvación o la ruina de la ciudad. En efecto, allá donde la ley está sometida a los gobernantes y carece de autoridad, veo pronto la ruina de la ciudad; y donde, por el contrario, la ley es señora de los gobernantes y los gobernantes son sus esclavos, veo la salvación de la ciudad y la acumulación sobre ella de todos los bienes que los dioses suelen prodigar a las ciudades. (Leyes, 715 d.)
Como respuesta a este absolutismo surgió el liberalismo, doctrina política que en lo social defiende la libertad individual, la igualdad ante la ley y la limitación de los poderes del Estado.
Por lo que el estado de derecho aparece cuando el poder del monarca da paso a organizaciones tanto políticas somo administrativas que son regidas por formas jurídicas establecidas con normas avaladas por la sociedad.
Es decir, es un principio de gobierno por el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes justas, imparciales y equitativas que se promulgan públicamente, se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, sin discriminación. además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos.
El estado de derecho no responde a la indicación de ningún liderazgo para que se lleven a cabo o no, las normas establecidas. De acuerdo a Pablo Dermizaky (2006) leyes son obligatorias tanto para los gobernados como para los gobernantes, pero para que lo anterior este presente en el día con día de los ciudadanos es indispensable una democracia real. Es indispensable pero insuficiente la participación de los ciudadanos en la elección de sus gobernantes, se requiere que haya instituciones que eviten los principales obstáculos del estado de derecho.
Democracia simulada. Donde los ciudadanos no hacen uso de su voto de forma libre e independiente, son coaccionados o pagados para votar por tal o cual partido, y además una parte muy importante de la ciudadanía no participa, lo que permite la manipulación de las votaciones.
Administración pública inepta o corrupta. Aquí las instituciones que deben tomar medidas ante violaciones a la ley, no lo hacen por complicidad, ineptitud o no toman acción simplemente porque no representa un “negocio”. La forma en que el crimen organizado se ha desarrollado a lo largo del país es un ejemplo de ello.
Consideraciones especiales. Aquí no solamente nos estamos refiriendo a consideraciones especiales a personas, organizaciones o instituciones, hablamos de las consideraciones que el mismo Estado o quienes se encuentran en posiciones relevantes del estado reclaman tener.
Para funcionar el Estado de Derecho debe contar con un sistema de justicia sólido, libertad de competencia, división de poderes y la integración de los sectores sociales y económicos (su acceso y ejercicio) a la justicia.
La búsqueda de poder o del manejo del Estado por parte personas o grupos de interés es la principal motivación de su actividad política. Todo el poder en un rey, o un gobernante, siempre es peligroso porque atrae lo peor y corrompe lo mejor. Las leyes deben establecerse de manera que la mayoría de la población esté representada en la forma en que se deben de hacer las cosas y ya establecidas, deben seguirse.
Decir que “No me salgan que la ley es la ley” es replicar la postura absolutista de Luis XIV “La ley soy yo”.
POR FRANCISCO DE ASÍS