El que ¡seis de cada diez mexicanos externen sentir temor por vivir en la ciudad donde ahora lo hacen! constituye, en los hechos, la mejor e incuestionable evidencia del fracaso de la ridícula política de abrazos, no balazos que en el supuesto combate contra las bandas criminales, que desde el inicio de su fracasada gestión viene aplicando el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los suyos, que de un buen número de semanas atrás a la fecha se ubicó ya como el sexenio más violento —en lo que a número de asesinatos y crímenes de odio se refiere— de la historia moderna del país.
Ayer, luego de que el oficialista Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que lidera la (casi) morenista Graciela Márquez Colín, diera a conocer su más reciente reporte sobre el particular, en efecto, autoridades de nivel estatal y municipal emanadas de la 4T, más los tradicionales “voceros” a sueldo del lopezobradorismo, levantaron la voz para desmarcarse del problema que, al cierre del año pasado, vale decir, impactaba de manera negativa la vida cotidiana de 64.8% de las mujeres y 52.3% de hombres mayores de 18 años, en promedio, argumentando que, si bien tales porcentajes siguen siendo elevados, han disminuido en los últimos meses…
Tal fue la reacción, igualmente, porque el mismo informe deja en claro que mientras la media nacional de quienes están atemorizados se ubica en 59.1%, en ciudades como Fresnillo, Zacatecas (96.4%); Naucalpan, Estado de México (91%); Uruapan, Michoacán (89.9%); Ecatepec de Morelos, Estado de México (88.7%); Zacatecas capital (87.6%) y Cuernavaca, Morelos (85.7%), localidades ubicadas todas en territorios gobernados por Morena y sus aliados, mientras que en la alcaldía Benito Juárez, de la CDMX (15.2%); Puerto Vallarta, Jalisco (19.4%) y Mérida, Yucatán (22.2%), entre otras, se reportaron los menores índices.
Una realidad difícil de digerir y aún más de aceptar ésta —“es la violencia nuestra de cada día”, diría algún renombrado especialista— por un régimen que, un día sí y otro también, gusta de “presumir” que las cosas en éste y en otros rubros del desarrollo cotidiano marchan por el camino deseado cuando, a fuerza de ser sinceros, debemos afirmar que ello no es así, como lo evidencian las constantes masacres, feminicidios, denuncias de extorsión, secuestros, amenazas y más, mucho más…
POR ENRIQUE ARANDA




