CD. VICTORIA, TAM,.- La mañana de hoy, Don Ricardo Ybarra dibujó una sonrisa en su rostro al sentir que es un día soleado, pues la presencia del astro rey, significa que sí podrá acudir a “su esquina”, la del Ocho – Hidalgo, a tocar su guitarra y armónica, tal y como lo ha hecho desde 1995.
El bullicio del sitio, es su hogar, prácticamente, las notas que él genera con sus instrumentos, son ya una parte emblemática de la calle donde también se ubican la “Plaza del 8”, el Teatro y Rectoría de la UAT, el Kiosko y la Basílica de Nuestra Señora del Refugio.
“Llegué a la esquina del Ocho Hidalgo y aquí me quedé, aquí era menos movimiento pero más beneficio, ganaba más económicamente, aquí empecé a hacer mi casita, aquí me tienen, y aquí voy a seguir hasta que me digan que me quite”. Manos a la obra, en primera instancia coloca su banquito unos centímetros al frente del negocio de telas, más frente va su canastito verde y después se sienta para comenzar a deleitar a los transeúntes con sus bellas melodías.
Cuando deja de tocar, explica que “Yo nací en el municipio de Lucio Blanco, Guanajuato, a los cuatro o cinco años me fui a otros lugares de ahí mismo, El Limoncito, La Cuesta y El Realito”.
Su infancia no fue nada sencilla, hace una pausa y revela que “Yo tenía una hermana que murió a los dos años de edad, por la pobreza que vivíamos, dicen que ella murió de hambre, nosotros sufrimos mucho en aquel tiempo, yo fui el que mas le busqué a la vida y más sobresalí…”.
A los seis años de edad, llegaría otro duro golpe para Ricardo y para toda su familia, perdió la vista.
“La verdad fue muy difícil, una cosa muy dura, mi madre lloraba por lo que estaba pasando, de repente empecé a no ver y a tener dolor de cabeza; yo le decía que no llorara, yo por dentro me estaba desgarrando, pero me tenía que mostrar con fuerza”.
“Soy sincero, si hay algo importante en el cuerpo humano, es la vista, sin ella batalla uno para moverse, más si hay gente que no tiene empatía y no nos ayuda, hay varios, así me ha pasado en varios lugares, aunque les pida ayuda no la dan, estoy cumpliendo más de 56 años de vivir entre las sombras, mucha gente lo ignora a uno, otra te baja el ánimo, hay que tener suficiente valor, por que no es tan fácil….”.
“…La gente que está sana lo hace a uno menos, pero también hay gente que sí te apoya, se agradece por que te ven a un nivel igual, nos ven y nos valoran, nos hacen vivir con valor”.
Una persona muy importante, es su Abuelita, pues gracias a ella pudo estudiar y sería ella quien en 1983 le dio un regalo que le cambiaría la vida, “Me regaló una armónica, ella me rescató, por ella estoy aquí…”.
“…Me fui acercando a los estudios a pesar de que mi padre no quería, me echaba miedo y no me dejaba ir, así que yo me fui a San Luis de La Paz con mi abuelita y me separé de mis padres, así me fui a la Escuela en San Luis Potosí”.
“La escuela se encargaba de nosotros como si fueran nuestros padres, estudié unos cuantos años de la primaria, me interesaba saber leer y escribir y lo aprendí, quién hubiera dicho que hoy en día cómo me sirve ese aprendizaje”.
El 2022 fue un año muy difícil para Don Ricardo, primero el 21 de octubre murió su pareja, compañera de vida de casi 32 años; y el 21 de Noviembre murió su madre, “Fue muy duro, pero voy a decir algo, tenemos que seguir nuestro camino y no debemos creernos dueños de nada, por eso yo digo, hoy estoy aquí y mañana me voy con ellas”.
A lo largo de su vida, ha luchado con todo para salir adelante, dentro de los oficios que ha desempeñado, en medio de la oscuridad, están cargar latas de agua, cortar leña, excavaciones en San Luis Potosí, electricidad y carpintería; por que él lo tiene muy claro, “El que no sale adelante es por que no quiere, para mí no hay una discapacidad, no soy inservible, nada me detiene, tengo que luchar para salir adelante, pensando en mí para pensar en los demás”.
POR DANIEL RÍOS