A estas alturas en todos los partidos y corrientes políticas del estado ya deberían tener bien claro que la competencia por la gubernatura de Tamaulipas en el 2028 sería entre candidatas mujeres.
Es verdad que falta mucho tiempo -cuatro años son una eternidad en el contexto electoral y hay todavía otra elección de por medio en el 2027- pero mal harían los protagonistas de la política local en no visualizar desde ahora todos los escenarios posibles para la sucesión.
Igual que en el 2022, en el 2028 se disputarán a la par de la de Tamaulipas, otras cinco gubernaturas: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo.
De esos cinco, dos cuentan con gobernadoras actualmente después de ganar su lugar en las urnas: la panista Tere Jiménez en Aguascalientes y la morenista Mara Lezama en Quintana Roo.
En los otros tres, aunque no obtuvieron la victoria, hubo candidatas mujeres, en algunos casos por la alianza PAN-PRI y en otros, por la coalición de la 4T.
La única entidad donde no hubo presencia femenina en la boleta por la gubernatura fue Tamaulipas.
De hecho, no la ha habido desde hace más de 25 años.
En 1998, compitieron Elizabeth Calderón Contreras por el Partido del Trabajo, y Nelly López Vera por el Partido Verde Ecologista.
Seis años antes, la primera había sido Juana García Palomares, por el Frente Cardenista de la Reconstrucción Nacional.
Es decir, en la historia democrática del estado solo ha habido tres candidatas a la gubernatura, una cifra que debería ser vergonzante.
Por sí misma, esa estadística debería llevar a los partidos a reflexionar y a proponer a mujeres como sus abanderadas en el 2028, sobre todo en el contexto de la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia de la República.
Pero incluso si eso no pasa, hay muchas posibilidades de que las autoridades electorales orillen a las dirigencias partidistas a romper la inercia patriarcal en la lucha por el poder de Tamaulipas.
En primer instancia, al menos tres de las seis candidaturas del 2028 deberán ser para mujeres.
Un criterio que ha empleado tanto el INE como el Tribunal Electoral para que los partidos repartan estas posiciones ha sido “sugerir” que se cumpla con la paridad de forma que en aquellos estados donde la última elección se haya registrado a un candidato hombre, en la siguiente se presente a una mujer.
Pero además, se ha puesto en marcha el criterio de transversalidad para que no se permita que las mujeres sean postuladas en aquellos territorios donde los partidos tengan pocas posibilidades de obtener el triunfo, y si se piensa exclusivamente en el caso de Morena y aliados, sobra decir que Tamaulipas sería considerado un estado de alta competitividad, donde debería postularse a una mujer.
Como puede verse, sobran elementos para considerar que la mesa está puesta para que en el 2028 la competencia sea entre mujeres.
Ahora mismo, en el escenario estatal hay perfiles femeninos con méritos políticos para aparecer en la boleta.
Algunas de ellas, con el camino más pavimentado, aún considerando que falta mucho tiempo y muchas cosas pueden pasar hasta entonces.
Ese sería el caso de la senadora electa, Olga Sosa Ruiz, que a partir del 1 de septiembre se integrará a la Cámara Alta con los reflectores sobre ella.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES