Cafés, de un café oscuro son tus ojos, con tintes luminosos de pasión; rubies son tus labiecitos rojos, rojos y ardientes como el corazón; cantada por Vicente Fernández se oye mejor, la pude escuchar en cualquier bar del olvido a finales del siglo.
Por unos ojazos negros, que me queman al mirar, dice con su voz fuerte Lucha Reyes. Ojos que te vieron ver cuándo te verán volver, reza el dicho popular para la que se fue. Son un par de ojos como focos de un carro, que bien pudieron ser uno exclusivo para solamente a mi mirarme.
Ojos claros y serenos, turbios o nostálgicos, ojos turnios pero ojos tuyos al fin y al cabo. Me miras sin mirarme, me miras como interrogando a mis ojos, me ves el cuerpo nervioso cómo tiembla cuando estás cerca. Ojos como un lago con una isla chiquita en medio del ocaso inmenso que es el mundo. Son dos poemas iguales, escritos en la cara, una sonrisa sorpresiva y redonda, son un par de gorriones y centellas que apuntan a lo lejos desde un azul cielo. Un milagro de verdad es verlos.
Tu mirada es única aunque en este instante se parece a la mía, la he visto muchas veces en otros ojos cuando quieren hablar y dicen algo sin embargo y descubren lo que piensas. Me miras y la vida se va a otras partes inexistentes, estás viendo al cielo, te has vuelto loca en tu vuelo y miro cómo eso tras un cristal se ve normal, tan común como un nido de pájaros viendo el primer vuelo de los polluelos.
El estilo de mirar me atrajo a tu presencia, estoy aquí para observar cómo funciona el algoritmo de tus intenciones. Y al buscar debo aclarar que encontré la corriente que te lleva cuando lloras, la pasión de llorar de tristeza y de alegría de modo que nadie más que yo se entere. Me ves de lejos y soy aquel que atraviesa el horizonte de lado a lado de tus ojos.
El de un peso en la bolsa, que contiene la respiración para pensar un abrazo tímido y lejano. Con buena ortografía escribes la biografía de mis pasiones, voy andando por la ciudad con legítima ciudadanía, un perro me acompañó pero se fue a buscar una mejor vida de preferencia un millonario, alguien con un carro de lujo para evitar la fatiga. Y un cigarro.
Aparte de mi, a donde quiera que veas hay drama y comedia, lo notarás en la calle, sobre una mesa, en las personas trepadas en la azotea de la vista. En los ojos están las emociones de las personas, el interés por el paisaje de los cuerpos en movimiento, de un lado a otro como un juego de tenis. Me miras y soy otro con cada recuerdo, ahora estoy aquí y tratando de entender nuestras miradas juntas, unidas por un foco de 45 wats a las seis de la tarde abajo de los párpados, con los otros ojos del espíritu, con los ojos del alma.
Espero verte pronto, te dije; yo también, me dices, y no te escucho pero no sabes mentir y yo tampoco. Nos volveremos a ver después de un latido, luego de un partido de fútbol, desde un anuncio, un comercial de cereales, desde un particular punto de vista bien pensado. Vaya contacto el de los ojos que se atraen, una sola mirada basta, un reojo por el rabillo del ojo, un soslayar el cuerpo enloquecido, luego una cena juntos antes de cerrarlos por último y caer a las profundidades del ensueño.
Adiós quizás no nos volveremos a ver, hasta la vista baby, ojos que no ven corazón que no siente, la veo y no lo creo. Con claridad nos vemos al cerrar los ojos, podríamos presentir la multitud y la ausencia de personas, hay señales día y noche, notas musicales abriendo el silencio, absorbiendo el rastro del olfato.
Adivino entonces la respiración agitada, vienes corriendo y nunca llegas, pasas de largo y no me miras, mas te he visto en sueños con los ojos abiertos. HASTA PRONTO