En tres meses y un poco más, AMLO dio la puntilla a la oposición. Sea a partir del triunfo de doña Claudia y la contundente conquista del Congreso de la Unión, hasta la aprobación de la reforma judicial. En el inter, desapareció al PRD y propició la confrontación interna en el PRI y PAN colocándolos en camino del patíbulo. Ambos perdieron toda credibilidad al mezclar historias y tendencias ideológicas en tóxico coctel como último recurso para obtener votos a sabiendas de que la podredumbre los consumía. “Por eso les fue, como les fue”, dirá aquel.
Desde luego las respectivas dirigencias sufren desprecio de buena parte de la militancia que reprocha su ambición e irresponsabilidad. En el caso del priista Alejandro Moreno ya sabéis que hasta las autoridades electorales ponen en duda la tramposa estrategia para permanecer al frente de la organización y de acuerdo a las evidencias, no tardarán mucho en desconocer las reformas estatutarias para lograr tal objetivo. Aparte los escándalos protagonizados con los históricos del partido como ingredientes que aceleran la desintegración. Y por supuesto los fracasos electorales multiplicados en el transcurso del sexenio.
Respecto del panista Marko Cortés, quien está a punto de terminar su gestión, diversas son las voces que lo califican de traidor por su incapacidad para evitar el voto de Miguel Ángel Yunes Márquez a favor de la reforma judicial. Prefirió el pleito callejero con padre e hijo que negociar a la altura de la importancia del asunto. Total, la función panista a todo color fue espectáculo para disfrutar.
Del perredista Jesús Zambrano hay poco que decir, salvo que el tiempo, las circunstancias y el acoso morenista lo regresaron al lugar del que jamás debió salir, es decir, del fondo de la alcantarilla donde escurre lo más sucio del desperdicio humano.
Asimismo, AMLO se irá con la satisfacción de haber exhibido con pelos y señales, a quienes integran la minoría rapaz cuya composición de políticos, empresarios y medios de comunicación casi destruyeron al país. No escapó ninguno(a) y cual más, cual menos, le piensan para mostrarse en público. Y no por vergüenza que no la tienen, sino por las incontables mentadas de madre que seguro recibirían.
Ejemplo aparte la disección milimétrica que AMLO realizó del poder judicial cuya mayoría de integrantes apestan a corrupción, como ha quedado ampliamente comprobado, al grado de no ser diferenciados de la delincuencia que organizada o de “cuello blanco”, por años se burlaron de la ley gracias a la impunidad oficializada por la SCJN. En este sentido el mal persiste, pero no será por mucho tiempo.
Quedamos que al final del sexenio los adversarios de la 4T están hechos polvo, avizorándose mejor panorama para la Jefa Claudia. Usted dirá que el resultado no solo obedece al combate a la inmoralidad sino también a la obra material y espiritual realizada por AMLO, y tiene razón. En este aspecto el reconocimiento popular no pudo ser más elocuente el pasado dos de junio.
SUCEDE QUE
Tamaulipas fue el estado que en las primeras horas de este jueves consumó la institucionalidad de la reforma judicial. Fue el número 17 que cumplimentó la cifra requerida (más tarde lo harían otras entidades). El acuerdo con origen en el Congreso de la Unión, está listo para publicarse el 15 de septiembre en el Diario Oficial de la Federación, según promesa de AMLO. Aplausos para la diputación local de Morena que por fin dio una cuando, para fortuna, ya se va.
Y hasta la próxima.
Por. Max Ávila