CIUDAD VICTORIA, TAM.- Raymundo Contreras Marroquín nació el 15 de marzo de 1951 en Ocampo, Tamaulipas; sus condiciones físicas y mentales lo llevaron a convertirse en multicampeón Nacional de halterofilia en los años 70s y 80s; representó a México en centroamericanos y obtuvo grandes resultados, además lleva casi 50 años como instructor en de disciplinas como halterofilia, tenis de mesa y ajedrez, el tamaulipeco tomó un momento y reflexionó sobre lo que ha sido su vida dentro y fuera del deporte.
Explica que cuando era niño y vivía en Ocampo, sabía pocas cosas sobre la disciplina de halterofilia, “Me nació el interés cuando mi papá, que en paz descanse, recibió de un amigo un pedazo de tronco, lo esculpió, lo modificó y lo cortó. Ese tronco era de tipo ébano, un tronco pesado, yo francamente no lo podía levantar porque tenía apenas 10 años, ahí me di cuenta que había fortachones desnudos, apenas con una trusa y haciendo brazo, así fue como inició mi actividad”.
Cuando Raymundo llegó a los trece años de edad, aquel tronco se había hecho más liviano y ya no representaba tanto reto, “En mi pueblo lo único que podíamos hacer era construir piezas de concreto con tubo o barra y mancuernas también de concreto para poder desarrollar algunos músculos del cuerpo”.
Junto a sus padres y sus nueve hermanos se mudó a Tampico, ahí comenzó una nueva historia, pues “Casi enfrente de la de la Plaza de Armas había un gimnasio que era de la Universidad, me llevó un tío y ahí fue donde me inicié, en el año 1968, cuando iban a ser las olimpiadas en México”.
“Fue ahí cuando José Luis Garza, el popular “Chocomilk”, me inculcó la especialidad de la halterofilia, él en ese tiempo buscaba talentos en el cuartel militar entre los conscriptos que iban a cumplir su servicio”.
“Creció la pasión y asistí a mi primer campeonato Nacional Juvenil en el DF y después en Xalapa en 1970, inicié compitiendo contra levantadores de otros Estados de la república, obtuve séptimo lugar y eso fue motivo para que yo continuara trabajando y seguir mejorando”.
Posteriormente encararía torneos de Segunda Fuerza donde seguía mostrando grandes condiciones para la disciplina, pero aún faltaba algo; fue en 1974 cuando brilló en el Nacional de Guadalajara y se proclamó campeón de México.
Sus actuaciones le valieron para recibir la incitación de prepararse en el Comité Olímpico Mexicano de la Ciudad de México donde logró un puesto en la Selección y terminó con la presea de Oro en los Juegos Centroamericanos de Guatemala, así como en la Copa México y colaborando con los seleccionados en los Panamericanos de 1975.
En el exterior del país se mantuvo en competencias y cosecho una buena cantidad de medallas en eventos en Texas, Pennsylvania y Los Ángeles; además de Estados Unidos compitió y entrenó en Cuba, Guatemala y Honduras.
Paralelo a su preparación en el Deporte, continuó sus estudios académicos como Maestro de Educación Física en la Escuela Militar, dependiente de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana.
Después de su graduación comenzó a preparase para ser instructor deportivo de levantamiento de pesas y también se preparó para impartir disciplinas como atletismo, lanzamiento de bala, disco y Martillo, así como de voleibol.
Se retiró del deporte como campeón Nacional de Halterofilia en Segunda Fuerza y el destino lo llevó de nuevo a su natal Tamaulipas, pero esta vez su destino sería la capital.
“Cuando llegué a Victoria todavía veía burros jalando carretas, era 1980 y soy testigo de la construcción del Gimnasio Multidisciplinario, del Teatro Amalia y muchas cosas, ha habido mucho cambio”.
“En el 80 llego a fomento del deporte, hoy Instituto del deporte, que era dirigido por Don Carlos Adrián Avilés y el profesor Fuentes, gracias a ellos me abrieron las puertas y hasta la fecha estoy impartiendo mis experiencias para que otros deportistas sigan nuestros pasos, ya son casi 50 años como entrenador de deportistas, tengo ahorita 73 años, yo me esfuerzo por seguir adelante, por poner mi granito de arena”.
En el tema familiar, también es un triunfador, pues junto a su esposa María del Pilar Rodríguez, formó con mucho amor y valores a sus hijos Rayedmundo, que fue árbitro profesional, Edwin que fue atleta, representó a Tamaulipas y también es maestro de educación física.
Así como a su hija Yasmin y al menor Josué Iram, “Que lamentablemente se adelantó en el camino, aunque no esté, siempre tengo la fuerza de voluntad de seguir adelante para que se vea que eso no es impedimento para lograr metas que todavía faltan por alcanzar y ahí vamos”.
El miembro del Salón de la Fama del Deporte en Tamaulipas, indicó con voz firme que “Estamos disfrutando este momento y hasta donde Dios quiera este vamos a hacer todo lo mejor que se pueda, no hay más que vivir el presente, lo que interesa es vivir el presente porque no se puede disfrutar dos veces”.
POR DANIEL RÍOS
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