Ayer por la tarde, el club Correcaminos publicó una fotografía que dice más de lo que parece. Mil y un mensajes se pueden leer entre líneas, pero los principales son claros: ¿fue un regaño? ¿Y Eugui, dónde estaba?
Ricardo Chávez Medrano, director deportivo del equipo, aparece conversando con los jugadores. Lo curioso: está solo, sin la presencia de Eugui ni de Garibaldi.
¿Será que no quieren ser regañados? ¿O simplemente no les interesa escuchar la voz que el rector Dámaso Anaya Alvarado puso al frente del equipo? Recordemos que “El Diablo” llegó por mandato del rector.
Esto deja entrever un quiebre interno: saben que algo no funciona y que en las oficinas de de Rectoría no están contentos con lo que ven.
Si vamos al detalle, quizá el regaño debería ser para el cuerpo técnico. Algunos jugadores dejan mucho que desear: no corren, no luchan, no aportan nada, pero sí cobran un buen salario. Otros, en cambio, merecen respeto y no ser arrastrados en el costal de los malos. Pero al final, son un equipo, y así es el fútbol con injusticias incluidas.
El quiebre en el vestidor, también no tarda en llegar, pues no se entiende la actitud que tienen algunos jugadores; los que sí luchan y buscan lo mejor para el equipo, se molestan con lo que hacen los que no, y con la decisiones del cuerpo técnico.
Garibaldi parece terco en mantener a Eugui, asegurando según los rumores de pasillo que es la opción correcta y que con el tiempo los resultados positivos llegarán. ¿En qué mundo vive? No se da cuenta que esto es una bomba de tiempo, una bomba que el cronómetro baja día a día y que si no se atiende, va a explotar.
El desgaste entre todos los poderes es evidente: está roto. Y la afición ya se dio cuenta: Eugui y su presidente hablan mucho, pero el fútbol y los resultados siguen ausentes. Se necesitará una sacudida de verdad, otra vez.
POR. DANIEL VÁZQUEZ
