5 diciembre, 2025

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El condominio de los demás

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ 

Nunca he reparado bien a bien en los demás como en mi mismo. Claro, me cuido. Tampoco sé cómo me ven. Si dices que un color es naranja, ellos, los otros dirán que si, acerté . ¿Pero qué color ven ellos en realidad?, pudiese ser un violeta, un azul, quizás. ¿Qué color vi? Si hubiese dicho que azul,  hubieran dicho también que azul, solo para no contradecir. Ninguno de los dos con el tiempo recordará el color que ocultó y que era el verdadero. 

Los demás, el resto de la tripulación es un sitio semejante a todos con algunas cicatrices de diferencia. El hombre se mueve de un lugar a otro hasta que se cansa o su vida pierde sentido. 

En alguna parte está la piedra filosofal que el hombre anda buscando entre sus pertenencias. Está lo que nunca supo donde estaba, estaba lo que no recuerda, en alguna parte está esa otra parte de cada semejante. Los demás actúan en torno a uno, o buscan en torno a quien buscar. El asunto dicen que lo importante radica en buscar adentro de uno mismo y en el camino ir encontrando un destino. Aunque, caray: es lo mismo. 

Cada quien sobrevive a su manera existen maneras muy parecidas de sobrevivencia. Nacimos afuera del agua y ya grandes aprendemos a nadar. En tierra usamos zapatos para que no nos calen las piedras. Usamos carro para apurar el paso rumbo a ninguna parte. 

Nos la pasamos yendo de un lugar a otro, viajando a lugares desconocidos o volviendo a nuestros orígenes. Nunca volvemos, siempre estamos, y cuando nos vamos, nos vamos y también nos quedamos. El cuerpo es el límite del espacio, pero dicen los que saben que no siempre fue así. 

Dicen que somos uno solo. Es decir que cada uno de nosotros formamos parte de otros y de alguna manera estamos conectados. Sin embargo se dice que hemos perdido la técnica para hacer posible la telequinesia, por ejemplo. Si no podemos convivir con nosotros mismos, imagine usted estar conectados día y noche con el mundo. 

Los demás como yo o como nosotros, vagamos con bien poquito. Cualquier desaveniencia nos lleva a los golpes, con bien poco nos contentamos. Nunca vamos muy lejos extrañando. La vida dice sin embargo que pasando 5 días ya nadie nos recuerda. Nadie recuerda dónde pusimos la mano, qué comimos aquella tarde, ni las primeras palabras de la calle. 

Los demás se unen, tienden redes, se pelean entre ellos, están locos, no saben nada, los demás no son como nosotros aún cuando lo sean. 

De adentro de nosotros, o de muy lejos que es lo mismo, llegó esta pasión por la soledad que nos encarna. Y muy poco esfuerzo hacemos por permanecer abrazados. No imagino una reunión mundial de habitantes. Nos cargaríamos todos a un costado del planeta y podría ser peligroso. Podría tirarse el agua del océano. Con escepción de las cabras podríamos caer juntos al vacío. 

Los demás son todos ustedes, los que no hablan pero hacen, los que juegan fútbol imaginario y pierden con ellos mismos, los demás somos nosotros cuando alguien se refiere a nosotros. No somos nadie donde no nos conocen, nos ponen un número, nos dan un cuarto, no hay un instructivo para el día siguiente cuando vuelves a nacer y te enteras que hay muchas cosas que todavía no se dicen. 

Los demás son una prueba irrefutable de nuestra existencia. Son compañeros de escuela, compas de borrachera, socios de un negocio, ambulantes de la calle Hidalgo, Cafres de un viejo carro que se dirige al fin del mundo. 

HASTA PRONTO 

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ 

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