La verdad de todos tan deseada es a un tiempo la más temida. Todos sin escepción cargamos un bulto de razón y otro de mentiras, que se ocupan en los mismos discursos. Se llaman mentiras a medias : robé pero nomás tantito.
La tierra esconde la verdad absoluta. El subsuelo, el polvo, el espacio aéreo contienen las partículas pertenecientes a nuestra existencia que nadie supo, como en la Conasupo.
No podemos negar la Cruz de la parroquia, no podemos negociar lo que no somos, estamos encadenados al cuerpo, estamos sólo «siendo» y este es el único momento del ser, el real. Creemos que nos creen, pero la realidad es que nadie lo hace, dos que no se creen terminan por ser una pareja de cantantes.
Por ello muchos piensan que nunca nos llegamos a conocer. Junto a este mundo hemos desarrollado a la vez un mundo de espantosas falsedades, facke News o como la actualidad desee llamarle. Un mundo que al paso del tiempo no cree que el hombre haya ido a la luna, no cree que los alemanes nos hayan hundido un buque, creo fueron los gringos, nadie cree en las lágrimas de cocodrilo, ¿quien creerá en Ia inocencia del pasado cuando dejaron un paisaje destrozado?
Sin embargo no es todo, ante nosotros queda el misterio de la existencia, queda el inexplicable terror de lo ocultado, queda el explicable temor a lo que somos y también de lo que no hemos sido. Cuando la verdad es descubierta, set conoce el verdadero terror. Vamos a un juicio final, si es que lo hay, sin pena ni gloria,
En el transcurso de la vida dejamos un pendiente, no pasamos, no fuimos a una parte pero a otras sí, callamos, omitimos, nos equivocamos sin razón, dijimos una mentira, la cargamos bien gacho y lo tapamos con tierra como los gatos.
El único momento de la vida es mirándonos al espejo en el presente. Es lo que hay, y nos mentimos de nuevo. No somos auténticos puesto que como dice el dicho el cura y hasta la mujer más guapa…, eso nos impide ser, ser auténticos, sinceros, ser los originales y no la copia de otro. Frente al espejo no somos esos mentirosos, somos lindos y buenos muchachos.
Entonces elegimos ser dioses o los hijos de Dios. Luego somos lo que negamos y queremos ser aceptados con nuestros artificio. Luego somos como los hijos, los hijos lejanos, los parroquianos de un domingo cruzando la plaza de armas.
En ningún sitio del Internet está el pasado real ni el futuro incierto si quieres. Nada hay, con la luz de la realidad apagada vemos solamente fantasmas, alucinaciones, fantasías animadas de lo que no fue y pudo ser. Por eso la derramamos por no ser perfectos. Y nadie nos comprende, por supuesto.
La verdad escondida suele ser muy dolorosa justificando con ello su ausencia y autoestima. El tiempo hace que la verdad deje de tener sentido y que nadie la busque. Es una verdad que seguramente quedó bajo tierra con un hombre que nada tenía que ver en los asuntos de otros. Saber la verdad duele a veces, saber la verdad es un riesgo inminente, es también para los aprovechados un billete.
Si en un momento estelar de la historia se acaba el mundo, l9s vestigios dejarían sl descubierto muchos misterios ocultos de nuestra civilización, terribles verdades que Nunca se supieron.
Entre reciduos que un día fueron recursos para sostener la vida seguro encontrarán los arqueólogos la palabra exacta que andaba buscando y por lo cual me dieron las gracias en el trabajo. Encontraron adentro de una pata de elefante junto a una gran verdad una gran mentira y no supieron establecer un dato exacto, creíble como para obtener la certeza lo que somos en realidad.
HASTA PRONTO
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA




