A dos años de la próxima elección Tamaulipas muestra un mapa político en movimiento, el desempeño de las autoridades electas anticipa conductas que definirán el rumbo estatal, en 2024 el voto acompañó la ola nacional pero también reflejó a un electorado que combinó afinidad y evaluación de resultados.
La lectura de los comicios pasados deja en claro que en las urnas se premia o se castiga, vivimos una etapa de polarización que podría ser un tránsito hacia la estabilización si operan los mecanismos de negociación y se usan con sentido común las herramientas del poder.
En Victoria la competencia electoral alcanzó su punto más alto, entre el ganador y su adversario apenas hubo una diferencia de 0.69 puntos, la ciudad se partió en dos y el empate técnico obliga a las fuerzas políticas locales a entender que el electorado ya se acostumbró a decidir con la cabeza fría.
En la frontera la competencia también fue cerrada, en Nuevo Laredo el margen de 1.46 puntos confirma que esa región vota con independencia, hubo intentos de influencia del exgobernador Cabeza de Vaca para inducir la elección en favor del PAN, pero finalmente Morena acreditó su triunfo, con una escasa diferencia de votos que obliga a mantener encendidos los focos rojos.
Los resultados fueron más equilibrados en Tampico, Madero y Mante, municipios que se ubicaron en un rango medio con ventajas de entre 10 y 13 puntos, aunque es claro que algunos liderazgos locales conservan influencia y tras la derrota mantienen estructuras que no deben ser menospreciadas por el poder en turno.
Para efectos de proyección debe considerarse que los personajes que ahora gobiernan Matamoros y Reynosa enfrentan un desgaste acelerado, aun con el apoyo de quienes operan desde la sombra su margen de maniobra se ha reducido, a doce meses de su ascenso al poder sus estructuras comienzan a tronar y sus vínculos con la delincuencia organizada han quedado expuestos.
El mapa electoral muestra un estado dividido entre arrastre y criterio, donde el discurso presidencial marcó diferencias amplias pero no uniformes, en algunos municipios la marea fue dominante y en otros prevaleció el voto razonado que distingue entre afinidad y desempeño.
La relación entre el gobierno federal y el estatal se mantiene como un factor de equilibrio, la coincidencia en políticas públicas reduce la fricción partidista y aunque la cercanía genera dependencia en contextos de desgaste la estabilidad depende más de los resultados que de las afinidades.
El capital político de Morena y sus aliados opera dentro de límites claros, los márgenes cerrados en municipios clave advierten una competencia sostenida, la estabilidad dependerá de la gestión y del control interno más que de la intensidad del discurso o del respaldo central.
Aún faltan dos años para la elección pero vale la pena revisar el panorama político actual, las decisiones que hoy se toman definirán esa contienda y el futuro político de Tamaulipas, lo que ahora se percibe como gestión será en 2027 el principal argumento ante las urnas.
El votante tamaulipeco decide cada vez más con base en el desempeño, el poder ya no garantiza continuidad y la elección se define por resultados, hay competencia constante más que fuerzas hegemónicas y la ciudadanía aprende a medir antes que creer.
CIERRE DE UN CICLO
El relevo en la Fiscalía de Tamaulipas será una prueba de madurez institucional, si prevalece la política sobre la justicia el sistema volverá a su punto de origen, pero si el proceso se conduce con equilibrio y transparencia podría marcar el inicio de una etapa más confiable en la vida pública del Estado.
Por. Pedro Alfonso García




